El presente artículo tiene como objetivo intentar
definir los caminos a través de los cuales G. T. Fechner, el filósofo místico
del siglo diecinueve y fundador de la psicología experimental influyó en
Sigmund Freud, el científico empírico y fundador del psicoanálisis. En el curso
de la indagación, examinaremos cómo las grandiosas ideas especulativas de
Fechner fueron utilizadas por Freud e integradas por él dentro del armazón
conceptual del psicoanálisis. En su Estudio
Autobiográfico de 1925, Freud declara: “Yo siempre estuve abierto a las
ideas de G. T. Fechner y he seguido a ese pensador en varios puntos
importantes”[1].
Fue quizá en la escuela secundaria, en Viena, donde Freud se contactó con las ideas de Fechner. Es más
probable que Freud haya empezado a leer sistemáticamente a Fechner en la última
década del siglo XIX, cuando estudiaba los sueños. Al menos, él menciona a
Fechner en 1898 en una carta a Wilhelm Fliess y lo cita nuevamente dos años más
tarde, en La interpretación de los sueños[2].
Freud también se refiere a menudo en sus escritos al “gran Fechner” o más
familiarmente al “viejo Fechner”[3]. El
creciente interés de Freud en las teorías de Fechner se establece
particularmente en sus trabajos El chiste
y su relación con lo Inconsciente (1905) y Más allá del principio de Placer (1920)[4].
Vida y personalidad de
Fechner
Gustav Theodor
Fechner (1801-1887) nació en el pueblo de Niederlausitz, Alemania, donde su
padre era ministro protestante. Fue el segundo de cinco hijos. A los cinco años
perdió a su padre, que murió luego de una larga enfermedad, pocos días después
del nacimiento de su quinto hijo. Entonces, la familia se dispersó y el niño
fue educado por un tío que también era ministro protestante. A los 16 años,
Gustav Theodor se estableció en Leipzig, un pueblo que no abandonaría durante
los siguientes setenta años, es decir, hasta su muerte en 1887. Se desconoce la
razón por la cual el joven Fechner decidió estudiar Medicina; nunca le interesó
practicarla y, tan pronto como recibió su diploma médico, su interés viró hacia
la física experimental. En 1824, a los 23 años, Fechner fue nombrado profesor
en física experimental en la Universidad de Leipzig, donde comenzó una serie de
experimentos usando las leyes de Ohm, recientemente descubiertas. Este cargo
era puramente honorífico; por lo tanto, para ganarse la vida, Fechner trabajó
para varios editores de textos científicos. Realizó una enorme cantidad de
trabajo, traduciendo textos de física y química del francés, compilando libros
de texto elementales para escuelas y escritos ajenos para una enciclopedia
popular. También publicó esporádicamente panfletos literarios breves bajo el
seudónimo de “Doktor Mises”.
Sobre la Anatomía Comparada de los Ángeles
(1825), uno de los más tempranos ensayos de Fechner
[5],merece ser destacado. Él alegó que el libro era una broma, pero
más tarde admitió que gran parte del mismo había sido escrita seriamente. Bajo
la apariencia de una fantasía, una manera de pensar matemática se aplica allí
al problema de la historia natural: Fechner siguió la curva de la evolución
del reino animal desde la ameba al hombre y luego, por extrapolación, intentó
construir la forma ideal que teóricamente debería asumir un ser todavía superior
-un “ángel”-. Concluyó que esos seres futuros deberían ser esféricos, que deberían
percibir la gravedad universal del mismo modo en que los seres humanos perciben
la luz, y que deberían comunicarse con otros por medio de un lenguaje de signos
luminosos del mismo modo en que los hombres conversan unos con otros a través
de un lenguaje acústico. Once años después, en 1836, Fechner publicó, utilizando
su propio nombre, un hermoso ensayo, El pequeño libro de la vida después de la muerte, en el que aplica
un tipo de pensamiento similar[6]. La vida humana, postula ahora Fechner, está dividida en tres períodos:
desde la concepción hasta el nacimiento, desde el nacimiento hasta la muerte
y después de la muerte. La vida embriológica es un sueño continuo, la vida presente
es una oscilación entre sueño y estados de vigilia, y la vida después de la
muerte debe ser un continuo estado de vigilia.
En este mismo
período de la vida de Fechner, dos rasgos merecen ser mencionados. Uno es su
larga e íntima amistad con un personaje particular, Martin Gottlieb Schulze, un
hombre más destacable por sus brillantes ideas y talento poético que por su
carácter. El otro, es la estadía de Fechner en París durante tres meses.
Gracias a una beca, él pudo trabajar con los famosos químicos franceses Biot y
Thénard y el médico Arago. Uno de los resultados de este viaje fueron sus
traducciones al alemán de los trabajos de Biot y Thénard.
En 1833, a los 32
años, Fechner se casó con Clara Volkmann luego de tres años de noviazgo. Poco
tiempo después, en 1834, algunos miembros de la facultad de Leipzig lo alentaron a solicitar el puesto de profesor de
física allí. Fechner lo hizo, aunque desganadamente, y fue aceptado. Sin
embargo, este evento supuestamente feliz demostró ser un ejemplo de lo que
Freud llamó luego Scheitern am Erfolg,
o “los que fracasan al triunfar”. Tal como uno de sus biógrafos escribió sobre
Fechner: “En el momento en que accedía a una posición independiente que podría
haberlo dejado libre para su propia labor…su fuerza se quebró. Su excesivo
trabajo lo dejó exhausto. Tenía problemas para concluir sus clases[7]”.
Esta triste
situación duró seis años, desde 1834 hasta 1840. Durante este período, mientras
continuaba investigando en los campos de la física y la química, su foco de
interés giró hacia la psicología experimental. Fechner realizó sobre sí mismo
observaciones y experimentos sobre “post-imágenes”, sobre la percepción de los
colores complementarios, y sobre otros fenómenos visuales subjetivos. Estos
experimentos redundaron en una considerable tensión sobre sus ojos
-posiblemente unida a una lesión de la retina ocasionada por mirar directamente
al sol. El sufrimiento de sus ojos se hizo intolerable y en 1840, a los 39
años, Fechner se quebró emocionalmente y
tuvo que cesar enteramente su actividad profesional durante tres años.
Un interesante
informe redactado por Fechner durante este período y fragmentos de su diario
escritos en este tiempo fueron publicados en 1892 por su primer biógrafo,
Johannes Kuntze[8].
La enfermedad de Fechner podría ser diagnosticada en la terminología
psiquiátrica moderna como una severa depresión neurótica con síntomas
hipocondríacos. La naturaleza real de la condición de los ojos es desconocida,
pero durante la mayoría de ese tiempo Fechner se vio obligado a vivir en
completo retiro, permaneciendo en un cuarto oscuro o usando una máscara de
papel sobre su rostro. Las paredes de su habitación fueron pintadas de negro de
modo tal que se minimizaran los estímulos lumínicos. Su mente, no obstante, no
estaba inactiva, y a fin de ejercitarla, compuso adivinanzas y poemas.
Finalmente, en 1843, Fechner estuvo preparado para abrir sus ojos y para mirar
a la luz nuevamente. Su convalecencia postrera fue adscripta por Wilhelm Wundt
al efecto de la autosugestión.
Este período de
tres años de depresión fue seguido por un breve lapso de euforia. Durante unos pocos meses, Fechner expresó extrañas
ideas acerca de su propia grandeza. Se sentía como si hubiese sido elegido por
Dios y como si ahora estuviera apto para resolver todos los misterios del
mundo. Disfrutó un creciente sentimiento de bienestar e invulnerabilidad. Todo
esto culminó con la su convicción de que había descubierto un principio
universal, tan básico para el mundo espiritual como el principio de gravedad de
Newton lo era para el mundo físico. Fechner llamó a su descubrimiento “das
Lustprinzip -el principio de placer”. Este es un contundente ejemplo de lo que
V. von Weizsäcker llamó la “logophania”, o la metamorfosis de una condición
corporal en un concepto intelectual; en este caso, la hipomanía de Fechner fue
transformada en un concepto filosófico.
Luego de esta dramática convalecencia, Fechner renunció como
profesor de física en la Universidad de Leipzig; no obstante, permaneció en la
facultad pero ahora como profesor de filosofía. Fechner dedicó sus primeras
clases en esta área a extender su nuevo principio de placer, que también formó
la base de un nuevo libro, Sobre el Bien
Supremo, publicado en 1846 [9].
Después de esta fecha, y casi hasta el momento de su muerte, Fechner nunca dejó
de desarrollar este concepto y de aplicarlo a nuevas áreas de conocimiento.
Durante la
segunda mitad de su vida no sólo fue el médico transformado en filósofo; la
febril actividad del compilador dio también camino a la elaboración calma de
monografías y tratados bien organizados y altamente originales. Fechner probó
que si lograba discutir problemas técnicos con un estilo árido, ajustado a los
hechos, podía ser también un maestro del estilo alemán. Varias páginas de sus
trabajos filosóficos se destacan por su belleza poética. En 1848 Fechner
publicó Nanna, o el Alma de las Plantas,
la primer monografía sobre la psicología de las plantas en la historia de la
ciencia occidental[10].
Tres años más tarde llegó su Zend-Avesta,
una magnífica exposición de su propio sistema de “filosofía de la naturaleza”[11].
Pero en el momento en que su libro apareció, la mente de Fechner ya estaba
trabajando en otra dirección.
Durante varios
años Fechner estuvo preocupado por la interrelación entre los mundos físico y
espiritual. Sentía que debía haber una ley general gobernando esta relación, y
luchó para determinar qué fórmula matemática podría ser la más adecuada para
semejante ley. Tal como él lo relató más tarde, la fórmula matemática a la que
llamó la “ley psicofísica” se le ocurrió repentinamente, en la mañana del 22 de
octubre de 1850. Esta fue la segunda gran intuición científica experimentada
por Fechner después del “principio de placer”. La mencionó brevemente en Zend Avesta el año siguiente, e ideó una
larga serie de experimentos para descubrir si esta ley era verdadera. En el
curso de estos experimentos, Fechner elaboró varios principios nuevos,
incluidos el “umbral diferencial” y la “ley paralela”. Finalmente, en 1860, los
resultados de casi diez años de su trabajo sobre estos temas fueron publicados
en los dos volúmenes de su obra magna, Elemente
der Psychophysik, o Psicofísica[12].
Este trabajo, al que nada le falta para ser un hito en la historia de la
psicología, despertó un considerable interés y fue el punto de inicio de la
psicología experimental moderna. Sin embargo, sería erróneo considerar a la Psicofísica de Fechner como un libro de texto de psicología experimental en el
sentido actual. Una buena parte de él está dedicada a la “psicofísica interna”
y es más metafísica que psicológica.
Entre los
trabajos tardíos de Fechner estuvo su crítica a la teoría de la evolución de
las especies de Darwin, titulada Algunas
ideas sobre la historia de la creación y el desarrollo de los organismos[13].
La crítica de Fechner a las ideas evolucionistas de Darwin fue complementada
por enunciados propios, conceptos originales en ese campo. Uno de ellos
correspondía al “principio de la tendencia a la estabilidad” o a un principio
universal, finalista, que Fechner propuso como complementario del principio de
causalidad. Luego del “principio de placer” y de la “ley psicofísica básica”,
este fue el tercer gran principio universal enunciado por Fechner.
En 1876, a los 75
años, Fechner publicó un importante libro sobre estética experimental[14].
Fue éste un intento de basar la teoría estética en investigaciones
experimentales en lugar de deducirla de axiomas filosóficos. En este trabajo,
Fechner aplicó su temprano principio de placer-displacer a la teoría estética y
discutió además la psicología del ingenio y los chistes. En 1879, publicó un
esquema de su concepción total del mundo, Visión
diurna en contraste con la visión nocturna[15] . Su
hermosa visión panteísta del mundo (la “visión diurna”) se opone a la árida,
desconsolada concepción del cientificismo contemporáneo materialista (la
“visión nocturna”). El mismo año, Wundt fundó el primer instituto de psicología experimental en Leipzig.
En sus últimos años, Fechner se
interesó por un nuevo tipo de investigación, el estudio experimental de los
errores de medición; obviamente, su mente no perdió la habilidad para buscar
nuevos campos de actividad. A despecho de su inveterada sospecha acerca de la
parapsicología, fue persuadido en este tiempo de asistir a reuniones con la medium
norteamericana “Slade”. Fechner conservó un diario de sus observaciones de
estas reuniones. Cautelosa y desganadamente, admitió que había observado hechos
que no podía explicar a través de leyes físicas. Cuando murió, en 1887, a los 86 años, Fechner había ganado una
amplia fama como padre de la psicología experimental. Leipzig, su pueblo
elegido, se convirtió en el centro de esta nueva ciencia. Desde todo el mundo
venían estudiantes a aprender el tema con Wilhelm Wundt, su discípulo más
importante.
Una comparación entre
Fechner y Freud
En su biografía
de Fechner de 1901, Wundt adscribe a su maestro las siguientes características:
un gran don para la observación científica objetiva y metódica, el cual le
permitió desarrollar los más apropiados medios de exploración para cada tipo de
investigación; una aguda capacidad para la observación sensorial,
particularmente visual, con una exquisita sensibilidad hacia el mundo de la luz
y los colores; un profundo sentimiento religioso; y una actitud de pensamiento
absolutamente (unbiased) y
desprejuiciada[16].
“Soy cuidadoso en creer y cuidadoso en descreer”, declaró Fechner. Fue también
absolutamente sereno para la discusión y se abstuvo de todo tipo de polémicas.
Unas cuantas características
de Fechner mencionadas por Wundt podrían ser también adscriptas a Freud sin
demasiada modificación. El don de Freud para la observación objetiva y metódica
fue superado sólo su exquisita sensibilidad e intuición hacia las manifestaciones
psicológicas. Su seria actitud hacia los grandes enigmas del universo, (amounted)
al sentimiento místico de Fechner. Algunas otras similitudes podrían ser agregadas.
Fechner y Freud fueron también hombres de absoluta integridad, constancia y
con una amplia variedad de intereses. Ambos escribieron un gran acerbo y fueron
excelentes estilistas. Ambos se interesaron por el arte y discutieron famosos
trabajos culturales desde el punto de vista psicológico: Fechner, la Madonna
de Holbein; Freud, el Moisés de Miguel Ángel. Los intereses de Freud, no obstante,
se focalizaron más en historia y arqueología; los de Fechner, en física y ciencias
naturales. Ambos estuvieron ampliamente preocupados por la relación entre el
cuerpo y la mente.
Aunque la crisis
psicológica de Fechner fue mucho más severa, sus similitudes con la “neurastenia”
de Freud durante los 1890s es inequívoca. El intento de propia curación, por
medio de la autosugestión en Fechner y del auto-análisis en Freud, no resulta
menos impactante. Al concluir la crisis, cada uno había nacido a una nueva vida.
En ambos casos la crisis estuvo conectada con un gran descubrimiento: Freud
tuvo su histórico “sueño de Irma” a los 39 años; Fechner, su intuición
del principio de placer, a los 42. Ambos descubrimientos también redundaron
en un mayor trabajo creativo: para Fechner, Sobre el Bien Supremo, a los 45 años; para
Freud, La interpretación de los sueños,
a los 44. Este punto de viraje también generó un cambio de intereses científicos
y profesionales -en Fechner, de la física a la filosofía, y en Freud, de la
neurología a la psicología y al estudio de las neurosis.
La influencia de Fechner
en el psicoanálisis
Las consideraciones
precedentes explican en parte por qué la influencia de Fechner sobre Freud,
aunque indudable, es muy difícil de mensurar. Leyendo sus trabajos, uno
se sorprende frecuentemente con sus similitudes, no sólo en el contenido del
pensamiento, sino en el estilo y en el modo de pensar. ¿En qué medida esta es
una cuestión de cultura idéntica, de personalidades similares, de influencia
indirecta o de influencia directa? Varias similitudes podrían ser adscriptas
al hecho de que Fechner y Freud tuvieron tipos de personalidad creativa similares.
En las historias de vida de muchos hombres de genio uno encuentra que aquéllos
han tenido sólo un período de uno o dos años de auténtica inspiración y actividad
creativa. En Fechner y en Freud, sin embargo, hubo una recurrencia de idénticos
brotes de inspiración y creatividad. Cada uno de esos períodos de creatividad
derivó en la elaboración de un nuevo sistema de pensamiento, distinto de los
precedentes, pero integrado dentro de ellos de modo tal que el edificio total
devino siempre más complejo e integrativo.
En este sentido,
Freud elaboró primero su “psicología profunda”, como una llave para el desciframiento
de las operaciones inconscientes de la mente; luego, pocos años después, la
teoría de la libido, con sus estadios de desarrollo y sus variadas vicisitudes;
y aún más tarde su sistema tricapa de yo-ello-superyo, con sus múltiples implicaciones
dinámicas. Cada uno de estos sistemas fue integrado con el precedente dentro
del vasto edificio del psicoanálisis. El sistema de Fechner perteneció al mismo
tipo de construcción progresivamente creciente y devino un complejo edificio,
cuyo estudio es fascinante pero requiere de mucho tiempo y reflexión.
Otro rasgo común
a Fechner y Freud fue su propensión a enunciar “principios generales”, regulatorios
del entero funcionamiento de la mente (si no del universo). Fechner propuso
el principio de placer-displacer, la “ley psicofísica básica”, el principio
de estabilidad y varios otros. Freud tomó de Fechner . Este tipo de acercamiento
fue descel principio de placer-displacer, adicionándole el principio de
realidad, el principio de repetición y el principio de economía conocido
para los psicólogos académicos clásicos, y para el asociacionismo dinámico de
J. F. Herbart tanto como para los teóricos de la psicología posteriores.
Parece ser que,
cuando Fechner inauguró su búsqueda de principios generales, se inspiró en el
ejemplo de los médicos de su generación, en su formulación del principio de
conservación de la energía. Sin embargo, no fue un médico sino un físico, Robert
Mayer, quien primero formuló, en 1842, el principio de conservación de la energía
como ley universal; fue un físico-médico, Hermann von Helmholtz, quien desarrolló
el principio luego, y finalmente otro físico-médico, Fechner, quien lo introdujo
dentro de la psicología.
Consideraremos ahora en qué puntos la influencia de
Fechner sobre Freud fue más segura y más directa.
El concepto de Energía Mental
Herbart en su sistema
dinámico de psicología, basado en fuerzas ideales, puramente psicológicas, trazó
las relaciones matemáticas entre esas fuerzas en su interjuego y competencia
con las demás. El acercamiento fechneriano fue bastante diferente. Fechner tomó
como punto de partida de su Psicofísica al principio de conservación
de la energía; la energía existe en el universo bajo dos aspectos -potencial
y actual- y su cantidad, en cualquier sistema cerrado, es constante.
Fechner sostuvo
que la “actividad psicofísica” es uno de los variados aspectos de la energía
universal. Todo ser humano está dotado de cierta cantidad de energía física,
de la cual una parte puede ser transformada en energía psicofísica. El sistema
nervioso es el sitio donde esta transformación, cuyo mecanismo es desconocido,
se produce. La energía potencial puede devenir energía psicofísica de dos maneras:
por el efecto de estímulos internos (“psicofísica interna”) o bajo el efecto
de estímulos externos (“psicofísica externa”). Los experimentos de Fechner correspondieron
sólo a la última, ya que sólo los estímulos externos, tal como la luz, el peso
o el sonido, pueden ser mensurados. La “ley psicofísica básica” de Fechner es
la formulación matemática de la relación entre estímulos y sensaciones. Esta
ley, no obstante, es válida solamente dentro de dos límites: el “umbral” y la
“cumbre”. El umbral es el menor borde estimular debajo del cual no habría sensación,
o debajo del cual, como Fechner lo redacta, el “movimiento psicofísico” debería
ser inconsciente. La cumbre es el límite estimular superior, más allá del cual
un incremento de la sensación debería ser imposible. La sensación comienza con
el valor estimular umbral y su crecimiento cesa en la cumbre de los estímulos.
Entre ambos límites, la intensidad de la sensación se incrementa con la intensidad
de los estímulos, de acuerdo con la “curva psicofísica”; sin embargo, el incremento
estimular sólo se advierte cuando alcanza
cierto grado, “el umbral de diferencia”.
Los experimentos de Fechner trataron en principio con el umbral de la sensación
y con el umbral de diferencia. Él no parece haberse preocupado demasiado por
la cumbre. Por el contrario, Freud estuvo muy interesado en lo que llamó el
Reizschutz, esto es, la auto-protección
del organismo contra los estímulos excesivos.
Después de
Fechner, el concepto de “energía mental” fue adoptado por varios autores, y a
fines del siglo diecinueve fue bastante común en la psicología y neuropsiquiatría
europeas. En sus variadas vicisitudes, tres formas de la teoría se
desarrollaron: (1) una teoría de la energía mental propiamente “psicofísica”,
que implicó una forma específica de energía física y fue regulada por las
mismas leyes físicas (en este sentido, Wilhelm Ostwald permaneció más cercano
al concepto original de Fechner)[17];
(2) una teoría neuropsiquiátrica, esto es, un intento de sintetizar el concepto
de energía mental con la anatomía y fisiología del cerebro (Ernst Fleischl,
Heinrich Sachs, y muchos otros neurólogos alemanes del tardío siglo diecinueve
elaboraron teorías semejantes)[18]; y
(3) una teoría puramente psicológica, que postuló la existencia de una “energía
mental” de naturaleza desconocida e investigó sus manifestaciones sin considerar
sus correlaciones físicas y fisiológicas (como las teorías de Pierre Janet y
Carl Gustav Jung)[19].
Freud estuvo
preocupado durante un tiempo con el establecimiento de una teoría del segundo
tipo, reconciliando el concepto de energía, la teoría de la neurona, y los
datos de la psicología normal y de las neurosis. Su “Proyecto para una
Psicología Científica”, que escribió en 1895 y envió a Fliess, es un curioso
intento de esta naturaleza[20].
Poco tiempo después, Freud entendió el carácter artificial de semejantes
construcciones, y no retuvo la anatomía y la fisiología cerebrales en su
edificio posterior. No obstante, varias discusiones teóricas en La interpretación de los sueños, y en
otros sitios, se vuelven más comprensibles si uno tiene en cuenta estos tempranos
intentos freudianos y el antecedente total de la teoría psicofísica de Fechner.
El concepto “topográfico”
de la mente
En el momento en
que Freud estaba trabajando en su libro sobre sueños, durante los tardíos
1890s, se quejaba en una carta a Fliess acerca de la gran cantidad de
literatura científica que estaba obligado a leer. En un punto agregó que “la
única cosa sensible sobre la materia fue dicha por el viejo Fechner, en su
sublime simplicidad: que el territorio psíquico sobre el cual el proceso del
sueño es jugado es uno diferente. Me ha
quedado a mí la tarea de dibujar un tosco mapa de él”[21].
En el primer capítulo de La
interpretación de los sueños, Freud cita la suposición de Fechner de que
“la escena de la acción [Schauplatz] de los sueños es diferente de aquélla de
la vida ideativa de la vigilia”. Entonces observa además que “no es claro lo
que Fechner tenía en mente al hablar de este cambio de ubicación de la
actividad mental”, agregando que no es una cuestión de localización anatómica o
fisiológica en el cerebro[22]. En
las Lecturas introductorias sobre
psicoanálisis (1916-1917) Freud manifestó acerca del Schauplatz de Fechner que “sin embargo no entendemos esto y no
sabemos qué hacer con ello; ello reproduce la impresión de extrañamiento que la
mayoría de los sueños causa sobre nosotros”[23]. Y
en su libro El chiste y su relación con
lo inconsciente Freud prolonga el mismo concepto espacial a los rasgos de
ingenio.
Fechner había
sido conducido hacia este tipo de formulaciones por su investigación sobre el
así-llamado umbral de la consciencia. Él postuló que la diferencia entre el
sueño y el estado de vigilia no podría ser comprendida como el efecto de un
grado cuantitativo en la intensidad de los procesos psicológicos. La diferencia
es demasiado grande, y uno debe admitir, dijo Fechner, que la actividad mental
es expuesta alternativamente en dos “escenas”. Estos dos escenarios están
suficientemente cerca para los actores como para ir del uno al otro. Podría
también suceder que ambas representaciones teatrales se desarrollaran
simultáneamente, como sucede en las condiciones alucinatoria o sonambúlica.
Fechner agregó la siguiente comparación: “En este sentido, un hombre debe
llevar un tipo de vida algo diferente en un pueblo que en un país, y cuando
pasa de una de sus residencias a la otra puede siempre retornar al mismo estilo
de vida coherente; pero sería imposible para él cambiar su modo de vida en
tanto permaneciera en el mismo lugar. Lo que es cierto para un hombre que se
mueve de una residencia a la otra también es cierto para el cambio de lugar
dentro de la actividad psicofísica en el hombre”[24].
Este concepto espacial de Fechner debe haber sido el más atractivo para Freud
porque su propia investigación lo condujo a enfatizar la diferencia radical
entre la consciencia y el inconsciente.
El principio de
placer-displacer
El principio freudiano de
placer-diplacer debe ser considerado como un desarrollo tardío de un concepto
muy antiguo que, bajo el nombre de hedonismo, jugó un importante rol en la
historia de la filosofía desde Epicurus y Aristipuss hasta Jeremy Bentham y
Adam Smith. El hedonismo psicológico es la doctrina que postula que todos los
actos humanos están dirigidos por la instintiva y permanente búsqueda del
placer.
Con Fechner, sin
embargo, la doctrina hedonista cobró una forma completamente nueva. Al final de
su período de enfermedad emocional, Fechner sintió que había descubierto un
principio general que daba una explicación a la vida psicológica, como también,
unas profundas bases para la moral. Lo llamó “principio de placer”. En su libro
Sobre el Bien Supremo (1846) y en
varios artículos subsiguientes, Fechner arguyó que la búsqueda del placer y la evitación del displacer fue un impulso básico de la conducta y
actividad humanas[25].
El bebé recién nacido siempre busca el seno de su madre, señaló, y esta es la
primera manifestación del impulso universal hacia el placer.
En este punto
llega la contribución más original de Fechner a la teoría del placer: Fechner
afirmó que el hombre no busca el placer tal como aquél aparece en la realidad,
sino por lo que en su experiencia, consciente o inconsciente, está asociado con
la representación del placer. El instinto innato, tal como en el caso de un
bebé recién nacido, juega un rol relativamente pequeño. De lejos, el
determinante más importante es lo que la experiencia alguna vez nos enseñó que
debe ser considerado como placentero o displacentero. Si cierto objeto, o
cierta forma de actividad, está constantemente asociada en la experiencia individual
con castigo o con otro tipo de displacer, este objeto o forma de actividad es
evitado; sin embargo, otro individuo buscará ese objeto o actividad si ha
estado asociado con el placer en su experiencia propia. En este sentido el
principio de placer encuentra sus límites
-realidad por una parte, la voz de la consciencia por la otra. La
consciencia, agregó Fechner, es innata en la forma rudimentaria de un instinto
moral que necesita ser desarrollado; pero, es su mayor parte, la consciencia es
la suma y resultado de cientos de asociaciones placenteras o displacenteras
resultantes de las advertencias, recompensas y castigos recibidos por el
individuo en el curso de su educación (en términos actuales, podríamos llamarlo
nuestro “condicionamiento”). Fechner desarrolló también una doctrina de
hedonismo moral, similar a la de Bentham pero aumentada, puesto que para
Fechner el principio moral es actuar en función de incrementar la suma total de
placer en el universo entero, no sólo en los humanos, tal como sostenía
Bentham.
Un divertido
ejemplo de paralelismo entre el pensamiento fechneriano y el pensamiento
freudiano es su respuesta al mismo tipo de objeción. Fechner escribió:
“Supongamos que alguien desea refutar el principio de que el hombre actúa de acuerdo
con el principio de placer. Este hombre hará apasionadamente algo que se supone
le es indiferente, o contra su placer. Pero el observador en el acto notará que
este hombre sólo se contradice a sí mismo. Pues sin su interés en la
refutación, no podría haber actuado contra su placer. Su interés de que esto
ocurra y la representación de su placer obtenido en ese suceso, son
inseparables”[26].
La contrapartida psicoanalítica a esta línea de argumentación será encontrada
en la descripción freudiana de los “sueños contra-deseo”. Freud afirmó que
algunos de sus analizados tenían sueños en los cuales un deseo era abiertamente
frustrado y que lo mismo pasaba a lectores de su libro sobre sueños, en ambos
casos justo después de que ellos oyeran su teoría. De hecho, dijo Freud,
semejantes sueños contra-deseo simplemente cumplen el deseo de contradecirlo de
estos individuos.
Luego de escribir
Sobre el Bien Supremo, Fechner
desarrolló, en varias vías adicionales su teoría del principio de
placer-displacer. Una ampliación importante fue su aplicación al campo de la
estética y a la psicología del humor[27]. Uno
estaría tentado a seguir a Fechner dentro de ese campo y de mostrar cuánto
inspiró a Freud. En su libro El chiste y
su relación con lo inconsciente, Freud no sólo se refirió a la teoría de
Fechner, sino que también citó algunas de las adivinanzas que Fechner había
compuesto durante su enfermedad emocional[28].
El principio de
Constancia
Hacia 1915, Freud
revisó y extendió las formulaciones de su sistema de psicología. Declaró que
uno debe llamar metapsicología a la formulación que comprende tres puntos de
vista: dinámico, topográfico y económico. El aspecto metapsicológico dinámico concierne a la energía mental,
el aspecto topográfico, a lo
consciente e inconsciente, y el aspecto económico,
a la distribución de la energía mental y su regulación a través del principio
de placer-displacer. Tal como hemos visto, este concepto de energía mental fue
derivado más o menos directamente de Fechner en tanto que el concepto topográfico
fue tomado de Fechner directamente tanto como el principio de placer-displacer.
Cabe señalar que el punto de vista económico
freudiano ¡también puede ser rastreado hasta Fechner!
Al comienzo de Más allá del principio de placer (1920),
Freud relacionó el principio de placer-displacer y el “principio de
constancia”. Sus investigaciones lo condujeron a afirmar que el principio de
placer-displacer está regulado por la tendencia a mantener la cantidad de
estimulación de la mente tan baja como sea posible o, en última instancia, tan
constante como sea posible. Freud agregó que encontró un concepto similar en
los escritos de Fechner: Fechner había conectado el principio de
placer-displacer con el “principio de la tendencia a la estabilidad”. Tal como
Freud enfatizó, el “principio de constancia” es un caso particular del más
general “principio de la tendencia a la estabilidad” fechneriano[29].
De acuerdo con
Fechner, la primer persona en formular ese principio había sido el astrónomo
alemán J. C. F. Zöllner, quien lo aplicó a una teoría de las manchas solares y
del movimiento de los cometas[30].
Fechner estaba entusiasmado con este principio y lo adoptó y aumentó
considerablemente. Él estaba en la búsqueda de un principio universal con el
cual pudiera complementar el principio de causalidad para llegar a una
satisfactoria explicación del universo. La formulación fechneriana más general
del principio fue la siguiente: “En cualquier sistema material, abandonado a sí
mismo, hay una tendencia de las partes a agruparse en una forma regular”[31].
Fechner distinguió entonces tres tipos de estabilidad:
1. Estabilidad absoluta: estado de inmovilidad permanente de las partes de una
totalidad. Este es, dijo Fechner, un estado extremo e ideal que sólo podría ser
alcanzado si la energía total del universo fuera degradada a su mínima forma
posible.
2. Estabilidad completa: cuando las partes de una totalidad están animadas con
movimientos que son completamente regulares al extremo de que cada parte de la
totalidad, a intervalos regulares, retorna al mismo lugar con la misma
velocidad o la misma variación de la velocidad.
3. Estabilidad relativa: en la que las partes de una totalidad tienen la tendencia a retornar, a intervalos
regulares, al mismo lugar con la misma velocidad o la misma variación de
velocidad pero no alcanzan perfecta regularidad para hacerlo. Hay numerosos
niveles de estabilidad relativa. Fechner mencionó posteriormente que nuestro
sistema solar es un ejemplo de un
sistema dotado de estabilidad relativa, no demasiado alejado de la
completa estabilidad. Sistemas de estabilidad relativa más imperfecta se
encuentran en los organismos vivientes, con sus movimientos del corazón, la
circulación de la sangre y otras actividades fisiológicas rítmicas.
Luego de haber
definido los aspectos del principio de la tendencia hacia la estabilidad en los
planetas y los organismos vivientes, Fechner aplicó el mismo principio a la
mente humana. Nuestra actividad mental, pensaba Fechner, se presenta en ondas y
oscilaciones que muestran una tendencia hacia la estabilidad relativa. En este
punto, Fechner conecta el principio de la tendencia a la estabilidad y el
principio del placer-displacer. Posteriormente, distingue las dimensiones
cualitativa y cuantitativa del principio del placer-displacer; desde el punto
de vista cualitativo, el placer adviene cuando las ondas y oscilaciones de la
mente siguen cierto patrón de estabilidad regular con movimientos rítmicos, tal
como ocurre cuando uno está escuchando una música armoniosa; desde el punto de
vista cuantitativo, el placer se hace presente cuando la energía psíquica es
dirigida de tal modo que lleva a la mente cerca de un estado de estabilidad
relativa. El displacer acontece cuando la actividad mental es dirigida en
sentido opuesto, esto es, alejada de un estado de estabilidad relativa. Otro
aspecto del punto de vista cuantitativo es que el placer es proporcional al
monto exhibido en este tipo de actividad; en otras palabras, más enérgico es el
movimiento hacia un estado de relativa estabilidad, más grande es el placer y
viceversa. Estos conceptos fueron desarrollados por Fechner y aplicados
principalmente a sus teorías estéticas.
Las discusiones
de Freud en Más allá del principio de
placer y en el ensayo de 1924 “El problema económico del masoquismo” se
tornan mucho más inteligibles cuando uno tiene en mente las teorías de Fechner.
Una de las principales diferencias es que donde Fechner escribió sobre la
tendencia de la mente a mantener un estado de relativa estabilidad, Freud habló
de la tendencia a mantener un nivel de estimulación aproximadamente constante.
Desde el punto de vista freudiano, el placer acontece cuando la estimulación
excesiva decrece y el displacer, cuando el nivel de estimulación es acrecentado
sobre ciertos límites. Más aun, Freud, a diferencia de Fechner, estaba
preocupado con el Reizschutz, esto
es, la tendencia del organismo a protegerse contra los efectos nocivos de la
excesiva estimulación. Esta diferencia muestra que Freud concibió más
claramente que Fechner la función de auto-protección del principio de la
tendencia a la estabilidad -en otras palabras, él formuló el concepto de lo que
hoy es llamado “homeostasis”.
El Principio de
repetición y el Instinto de Muerte
En Más allá
del principio de placer, Freud introdujo el concepto de la “compulsión de
repetición”[32].
En su aspecto más filosófico, este principio no era particularmente nuevo; la
observación del movimiento de las estrellas condujo a los antiguos pensadores
babilonios y griegos a la idea del “eterno retorno” de todas las cosas, de una
“palingénesis cíclica”. No obstante, Fechner parece haber sido el primero en
extender este principio específicamente al dominio de la psicología. El
movimiento regular de las estrellas, la actividad rítmica del corazón y los
pulmones, la alternancia entre sueño y vigilia, la función del placer y el
displacer -todo esto él lo coloca conjuntamente como manifestaciones de
“estabilidad aproximada”. Otra manifestación, de acuerdo con Fechner, era que
en su ontogénesis un animal repite los estadios de desenvolvimiento de sus
ancestros[33].
La idea freudiana
de que la muerte es una instancia de la compulsión a repetir, la tendencia del
organismo a retornar a su estado inanimado anterior, diverge significativamente
del concepto original de Fechner. Para Fechner, el principio de repetición no
significaba la muerte, sino la derrota de la muerte. Fechner sostuvo que
existía, en la parte inanimada del universo, una tendencia de los sistemas a ir
desde un estado de estabilidad relativa hacia un estado de estabilidad
absoluta. Los organismos vivientes, dijo, son sistemas de estabilidad
aproximada en los que la muerte es una transición desde una relativa
estabilidad hacia una absoluta estabilidad. Esta es la parte de la teoría de
Fechner que, aparentemente, inspiró el principio de “Nirvana” freudiano. Sin
embargo, existe una importante diferencia entre los puntos de vista de Fechner
y de Freud. Para Fechner, este viraje desde la relativa hacia la absoluta
estabilidad era sólo característico del mundo físico; obviamente no pensó en él
como un instinto de los seres vivientes.
Conclusión
Hemos aprendido
que, directa o indirectamente, Freud se inspiró en Fechner para formular varios
capítulos teóricas fundamentales del psicoanálisis y, particularmente, el concepto
de energía mental, el modelo “topográfico”, y los principios de
placer-displacer, de constancia y de repetición. No obstante, existen al mismo
tiempo grandes diferencias entre los puntos de vista de Fechner y de Freud. Un
gran número de conceptos de Fechner se basaron en la especulación por sí misma
en tanto que Freud introdujo conceptos semejantes en psicoanálisis sólo cuando
necesitó herramientas conceptuales. Esto podría ser comparado con el destino de
las geometrías no euclideanas y los números imaginarios, los cuales, luego de
ser puramente jugados por la imaginación matemática, pudieron ser usados
prácticamente. El genio consiste no sólo en crear nuevas ideas sino en otorgar
a aquéllas anteriores nuevo significado y función.
Notas:
[1]
Sigmund Freud, Un
estudio autobiográfico [1925], en The
Standard Edition of the complete Psychological Works of Sigmund Freud,
traducido del alemán bajo (the general
editorship of) James Strachey, 24 vols. (London, Hogarth Press, 1953-1974),
20:59.
[2]
Sigmund Freud a Wilhelm Fliess, 9 de febrero de 1898,
en The origins of Psychoanalysis: Letters
to Wilhelm Fliess, Drafts and Notes: 1887-1902, editado por Marie
Bonaparte, Anna Freud y Ernst Krist, traducido por Eric Mosbacher y James
Strachey (New York, Basic Books, 1954), 244. Véase
también p. 376; La interpretación de los
sueños, en Edición Standard,
5:536.
[3]
Freud, Orígenes del
psicoanálisis, 244; La interpretación
de los sueños, en Standard Edition, 5:536.
[4]
La influencia de las teorías de Fechner en la doctrina
freudiana ha sido tocada previamente por otros (scholars). Véase
Imre Hermann, “Gustav Theodor Fechner”, Imago,
2 (1925), 371-420; Siegfried Bernfeld, “Freud’s Earliest Theories and the
School of Helmholtz”, Psychoanalitic
Quarterly, 13 (1944), 341-62; Maria Dorer, Historische Grundlagen der Psychoanalyse (Leipzig, Felix Meiner,
1932); Rainer Spehlmann, Sigmund Freud
neurologische Schriften (Berlin, Springer, 1953); y Leopold Bellak y Rudolf
Ekstein, “The Extension ofBasic Scientific Laws to Psychoanalysis and to
Psychology”, Psychoanalytic Review,
33 (1946), 306-13.
[5]
Gustav Theodor Fechner (seudo. Dr. Mises), Vergeichende
Anatomie der Engel: Eine Skizze (Leipzig, Baumgartner, 1825). Véase también
Fechner (Dr. Mises), Räthselbüchlein
(leipzig, G. Wigard, 1850).
[6]
Fechner, Das
Büchlein von Leben nach dem Tode (Dresden, Grimmer, 1836).
[7]
Wilhelm Wundt, Gustav
Theodor Fechnner: Rede Zur Feier seines hundertjärigen Geburtstages
(Leipzig, W. Engelmann, 1901).
[8]
Johannes E. Kuntze, Gustav Theodor Fechner (Dr. Mises): Ein Deutsches Gelehrtenleben
(Leipzig, Breitkopf & Härtel, 1892). Para otros (statements) biográficos, consúltese Kund Lasswitz, Gustav Theodor Fechner (Stuttgart,
Fromanns, 1902), y Edwin G. Boring, A History of Experimental Psychology (New
York, D. Appleton-Century, 1950), 265-87).
[9]
Fechner, Über
das höchste Gut (Leipzig, Breitkopf & Härtel, 1846).
[10]
Fechner, Nanna
oder über das Seelenleben der Planzen (Leipzig, Voss, 1848).
[11]
Fechner, Zendavesta,
ober über die Dinge des Himmels und des Jenseits (Leipzig, Voss, 1851).
[12]
Fechner, Elemente
der Psychophysik (Leipzig, Breitkopf & Härtel, 1860). Véase también
Fechner, Revision der Hauptpunkte der
Psychophysik (Leipzig, Breitkopf & Härtel, 1882).
[13]
Fechner, Einige
Ideen zur Schöpfungs und Entwickelungsgeschichte der Organismen (Leipzig,
Breitkopf & Härtel, 1873).
[14] Fechner, Vorschule
del Äesthetik (Leipzig, Breitkopf & Härtel, 1876).
[15]
Fechner, Die
Tagesansicht gegenüber der Nachtansicht (Leipzig, Breitkopf & Härtel,
1879).
[16]
Wundt, Gustav
Theodor Fechner.
[17]
Wilhelm Ostwald, Lebenslinien
(Berlin, Klasing, 1926)
[18]
Ernst Fleischl, Gesammelte
Abhandlungen (Leipzig, Barth, 1893); Heinrich Sachs, Vorträge über Bau und Thätigkeit des Grosshirns und die Lehre von der
Aphasie und Seelenblindheit für Aerzte und Studirende (Breslau, Preuss
& Junger, 1893).
[19]
Pierre Janet, La
force et la faiblesse psychologique (Paris, Maloine, 1932); C.G. Jung, Über die Energetik der Seele (Zurich,
Rascher, 1928).
[20]
Freud, “Project for a Scientific Psychology” [1895],
reimpreso en Origins of Psychoanalysis, 347-445.
[21]
Freud a Fliess, 2 de febrero de 1898, en Origins of Psychoanalysis, 244-45.
[22]
Freud, Interpretation
of Dreams, en Standard Edition, 4:48-49;
5:536.
[23]
Freud, Introductory
Lectures on Psychoanalysis, en
Standard Edition, 15:90.
[24]
Fechner, Elemente
der Psychophysik, 2:515.
[25]
Fechner, Über
das höchste Gut (Leipzig, Breitkopf & Härtel, 1846); Fechner, “Über das
Lustprinzip des Handelns”, Fichtes-Zeitschrift
für Philosophie und philosophische Kritik, 19 (1848), 1-30, 163-94
[26] Fechner, “Über das Lustprinzip des Handelns”, 8.
[27]
Fechner,
Vorschule
del Äesthetik.
[28]
Freud, Jokes
and Their Relation to the Unconscious, en Standard Edition, 8: 67 n. 1. Ver
también pp. 124,135,176
[29]
Freud, Beyond
the Pleasure Principle, en Standard
Edition, vol. 18, especialmente pp. 9, 62.
[30]
J. C. F. Zöllner, Berichte
der math. Phys. Cl. Der Sächs. Soc. d. Wiss. (1870), 338; (1871), 100.
Source quoted by Fechner.
[31]
Fechner,
Einige
Ideen zur Schöpfungs und Entwickelungsgeschichte der Organismen.
[32]
Freud, Beyond
the Pleasure Principle, en Standard
Edition, 18: 7-64.
[33]
Fechner,
Einige
Ideen zur Schöpfungs und
Entwickelungsgeschichte der Organismen.
Fuente:
“Fechner y Freud”, Boletín
de la Clínica Menninger, 20, no. 4 (julio de 1956), 201-14. El artículo
también apareció en traducción japonesa en The
Tokio Journal of Psychoanalysis, 15 (1957), 1-11.
Traducción: Maria Rizzi