Galton, el nacimiento de la Psicologia Diferencial y la
Eugenesia: factores sociales, politicos y economicos
Allan R. Buss [1]
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Al
escribir la historia de su disciplina, los psicólogos han tendido, como regla
general, a recorrer una tras otra teorías, escuelas o ideas de un autor,
acentuando casi exclusivamente los conflictos, disputas y controversias
internas. En tal caso, la psicología no mostraría algo diferente a: "Las
disciplinas aisladas, tales como la filosofía, las ciencias, o la teoría
política, en tanto estudian sus ideas pasadas tienden a hacerlo
ahistóricamente, tratándolas substancialmente y como si hubieran surgido del
vacío". (Stromberg, 1968, p.2). Sin embargo, el desenvolvimiento de las
ideas está, en general, íntimamente conectado con la subyacente fábrica social
de una sociedad, y las ideas psicológicas no parecen ser inmunes a las
influencias sociales. Una comprensión adecuada del desenvolvimiento histórico
de cualquier conjunto de ideas requiere una apreciación de las condiciones
socio‑históricas (las cuales sirven de trasfondo o contexto) las que, en
no poca medida, condicionan o ayudan a dar forma a esas ideas. Los
historiadores profesionales interesados en la historia de las ideas han
comenzado a comprender que constituye una grave falta el excluir una
consideración de las condiciones sociales subyacentes en cualquier discusión
sobre el desenvolvimiento de las ideas. La historia intelectual, disciplina
reciente, está dedicada a la tarea de señalar los diversos factores (tanto
internos como externos) que sostienen el desenvolvimiento de las ideas. La
incumbencia de la historia intelectual como una disciplina académica ha sido
bien expresada por Stromberg (1968): "La interacción de las ideas
históricamente importantes con el medio social del cual emergen y al cual a su
vez influencian ‑este es, ampliamente, el dominio de la historia
intelectual" (p.2). Debe notarse que el estudio de la historia intelectual
no niega la importancia de los factores internos en la formulación de ideas,
sino que complementa estas consideraciones con un énfasis igual sobre el
contexto social (político, económico, etc.) del cual brotan las ideas.
Aunque en el pasado los psicólogos
han descuidado considerar el contexto sociocultural de sus ideas (por ej.,
Boring, 1950, trabajo clásico de la historia de la psicología), existen
trabajos recientes que parecerían indicar que este estado de cosas tiende a
corregirse. Así, Gergen (1973) ha argumentado recientemente que la psicología
social es una investigación histórica, en la cual las teorías corrientes en esa
área reflejan los valores culturales, normas e ideologías vigentes. Como esto
último cambia, nuestras teorías psicosociales también cambian profundamente,
excluyéndose de esa manera la pretensión de leyes generales transhistóricas
sobre el comportamiento social. Más aún, existe lo que he llamado en otra parte
(Buss, en prensa) el campo emergente de la sociología del conocimiento
psicológico, que concuerda con la tesis de Gergen. Dicho enfoque trata de aplicar un análisis sociohistórico de
modelos, teorías o paradigmas psicológicos, en un intento de apreciar el
contexto social desde el cual se desarrollan las ideas psicológicas.
El espíritu del presente artículo se
sitúa dentro de la investigación en sociología del conocimiento psicológico, o
dentro de un abordaje de historia intelectual de las ideas psicológicas. Más
específicamante, el propósito del presente artículo es explorar la relación
sociohistórica entre la normativa y el pensamiento existente respecto del
individuo en el momento en que los campos de la psicología diferencial y la
eugenesia fueron iniciados por Sir Francis Galton. Se postula que fuerzas
sociales, políticas y económicas activas en esa época contribuyeron al
surgimiento de una específica concepción normativa del individuo la cual, a su
vez, condicionó el nacimiento del estudio científico de las diferencias
individuales y el campo de la eugenesia. Esto quiere decir que la doctrina
normativa del individualismo, que estaba incrustada en la infraestructura
social, sirvió tanto para fijar la atención científica en el estudio de las
diferencias individuales como para influenciar en la interpretación esencial de
esas diferencias. En este proceso, se
argumentará, el punto de vista normativo original sobre el individuo en la
época se transformó en su opuesto dialéctico ‑un hecho que Galton llevó a
cabo, sin saberlo, continuando su interpretación científica esencial de las
diferencias individuales hasta su conclusión lógica. Después de bosquejar
brevemente el surgimiento del liberalismo, de la democracia y del capitalismo
en el siglo XIX en Gran Bretaña, se examinarán las ideas de Galton en su
contexto social.
EL SURGIMIENTO DEL
INDIVIDUALISMO MODERNO EN GRAN BRETAñA
El surgimiento del individualismo moderno
como una doctrina normativa en Europa estuvo estrechamente ligado a los cambios
sociales, políticos y económicos que ocurrieron desde el siglo XVI en adelante.
Aunque el individualismo era expuesto por los pensadores sociales de Gran
Bretaña, Alemania y Francia en el siglo XIX, las características particulares
del mismo se diferenciaban de un país a otro. Pero fue en Gran Bretaña, en el
siglo XIX, donde se produjo el ascenso conjunto del liberalismo, la democracia
y el capitalismo, facilitando el camino para una doctrina integrada del
individualismo, que permitió y sirvió como un orden integrador superior de
diversas esferas sociales.
Como lo describió Smith (1968), el
liberalismo clásico se refiere a la experiencia única de Gran Bretaña, donde se
consiguió por medios pacíficos (la mayor libertad para el individuo) lo que en
el Continente se había tratado de lograr a través de la revolución. Basado en
la aversión a la autoridad arbitraria y en la creencia que valoraba la libre
expresión de la personalidad individual, el liberalismo en Gran Bretaña trajo
aparejadas reformas políticas que ubicaron crecientemente al individuo antes
que al estado. En el siglo XVII se consiguieron significativos logros
constitucionales, que permitieron derechos políticos como el derecho de
oposición, el imperio de la ley y la separación de poderes. La Reforma y la
religión protestante consiguiente, sirvieron para dar surgimiento a un nuevo
espíritu de individualismo y antiinstitucionalismo donde cada individuo podía
comunicarse directamente con Dios y era el único responsable de su propia
salvación. La demanda de libertad religiosa y la tolerancia de diversas
creencias fueron aspectos de una actitud más generalizada que puede ser
caracterizada como un experimentalismo iluminado, racional y pragmático. Se
fomentó el progreso en todas las esferas de la sociedad y, en el siglo XIX, el
liberalismo vio favorablemente los avances en la ciencia, la tecnología y la
economía a expensas de la declinación de las creencias religiosas (para una caracterización
de la mentalidad victoriana como una mezcla
curiosa
de optimismo, espíritu crítico, rigidez y entusiasmo, véase Houghton, 1957). El
surgimiento del capitalismo estaba produciendo una amplia base de clase media
que enfatizaba la responsabilidad y la iniciativa individuales. De ese modo,
los logros liberales en la arena política eran seguidos paralelamente por la
teoría y la práctica de la libertad económica.
Si el liberalismo clásico era una
doctrina integrada que abarcaba aspectos sociales, políticos y económicos del
individualismo esto se debía en parte a las fuerzas que le dieron origen. Girvetz
(1963), por ejemplo, dice que "el liberalismo clásico no puede ser
entendido a menos que uno esté al tanto de [por lo menos] dos factores que influenciaron
profundamente su formación: el impacto de las ciencias físicas en el
pensamiento de los siglos XVII y XVIII, y las aspiraciones de la nueva clase
capitalista" (p. 23). Los métodos exitosos de las ciencias físicas, que
enfatizaban las leyes matemáticas, la medición, la cuantificación y el
atomismo, fueron aplicados al hombre y la sociedad, y ayudaron a dar origen,
por ejemplo, a un cálculo hedonista (véase más adelante). Con respecto al
crecimiento de la clase capitalista, los economistas clásicos, bajo el
liderazgo de Adam Smith (1723-1790), sostuvieron un enfoque laissez‑faire
y reclamaron por un mercado autoregulado que no tuviera restricciones surgidas
de los monopolios o de la intervención política. John Stuart Mill (1806‑1873)
formuló la doctrina política necesaria para proteger la libertad individual
dentro de una aproximación laissez‑faire al capitalismo. En su
autobiografía escribió "fui tanto un radical como un demócrata...pensé que
valía la pena cualquier esfuerzo por librarse del predominio de las clases
aristocráticas" (Mill, 1969, p. 103). Mediante la expansión y
democratización de los valores del liberalismo, esto es, atrayendo a la
creciente clase media comercial bajo su dominio, los economistas clásicos
fortalecieron de ese modo al liberalismo y ayudaron a convertirlo en una
ideología total. Fueron los utilitaristas ingleses, Jeremy Bentham (1748‑1832)
y Mill, quienes completaron esta última tarea uniendo las políticas y las
economías liberales con los conceptos de utilidad y mercado. De este modo, lo
mismo que el capitalista era responsable en un libre mercado, los que
gobernaban en política eran responsables ante los gobernados. Armados de su
cálculo hedonista y del principio de igualdad, argumentaban en favor de
"el mayor bienestar para el mayor número". Los políticos iban a
sobrevivir ahora en el mercado político bosquejando leyes que proveyeran un
máximo de libre elección y de libertad práctica dentro de los marcos de la
máxima general utilitarista. La visión de Mill sobre la libertad individual fue
asentada en su clásica obra On Liberty: "El objeto de esta obra es
establecer un principio muy simple...que el único propósito por el cual el
poder puede ser legalmente ejercido sobre cualquier otro miembro de una
comunidad civilizada, contra su voluntad, es para prevenir el daño de
otros" (Mill, 1969, p.359). Esta filosofía facilitó el camino para una
legislación que estimuló más educación universal, libertad de expresión,
representación inclusiva y un sufragio extendido ‑todo ello provisto por
la seguridad constitucional y el buen gobierno. De esa manera, Bentham y Mill
formularon una teoría de acción política positiva uniendo efectivamente la
democracia constitucional, el liberalismo económico y el utilitarismo.
Hasta antes de la mitad del siglo XIX, el
liberalismo en Gran Bretaña había otorgado sus derechos solamente a
aristócratas y burgueses, pero luego de los levantamientos en el continente en
1848, se hizo necesario en forma creciente la adopción de acciones más
positivas por parte del estado para garantizar los derechos del proletariado en
expansión. Así, como propusieron Givertz (1963) y Stromberg (1968), el
liberalismo abandonó su vieja creencia de que aquel gobierno que menos
gobernaba era mejor, y se volvió más bien hacia la idea del estado afirmativo,
acercándose de este modo a la posición democrática, nacionalista y socialista. La
revolución industrial había producido para ese entonces una compleja sociedad
que requería una creciente burocracia para administrarla, y se volvió cada vez
más evidente que una sociedad laissez‑faire significaba que la libertad
de un hombre ocasionaba la opresión de otro. El liberalismo durante este
período mantuvo su meta orientada al individuo autónomo, pero necesitó cambiar
su significado frente a las cambiantes condiciones sociales. La actitud previa de laissez-faire dio
lugar gradualmente a un énfasis en la participación colectiva, y se invocó el
estado para salvaguardar los derechos de los individuos y de los grupos
desprotegidos. Hubo oponentes a este nuevo liberalismo que abrazaba principios
democráticos y socialistas. Así, Herbert Spencer (1820‑1903) adhirió al
principio de no intervención basado en su teoría del darwinismo social, pero su
particular versión del liberalismo, que necesariamente se transformó en una
ideología conservadora frente a las cambiantes condiciones sociales, no tuvo
ningún impacto significativo sobre la política social.
En todo caso, a fines del siglo XIX, el
liberalismo como tal comenzó a declinar en importancia como una ideología
política, principalmente debido a su naturaleza contradictoria. Como apuntó
Hutchison (1966), "La misión paradójica del liberalismo del siglo XIX fue
crear una economía de libre mercado y la democracia que iba a destruirla"
(p. 13). Las sucesivas leyes de reforma democrática de 1832, 1867 y 1884
finalmente resultaron en la transferencia del poder político a las masas y sus
demandas políticas estuvieron en discordia con la desigualdad económica, siendo
esta última una consecuencia necesaria del liberalismo económico. Las contradicciones del liberalismo fueron
evidentes para Mill, quien dedicó no pocos esfuerzos a un intento por
resolverlos (Himmelfarb, 1974).
En resumen entonces, para el siglo
XIX el crecimiento del liberalismo en
Gran Bretaña había dado surgimiento a una visión normativa del individuo que
enfatizaba la libertad y la oportunidad, lo que, en su momento, llevó al
reconocimiento explícito ‑y la sanción‑ de una visión pluralista
del hombre. Los individuos serían
iguales ante la ley pero tendrían la libertad de desarrollar sus potenciales en
diversas direcciones. En realidad, la promoción de la diversidad en los
individuos era un paso necesario en el sostén del crecimiento de una economía
capitalista, en un estado industrial que se había hecho tan complejo que
requería de la especialización del talento humano para mantener la maquinaria
silenciosamente en movimiento.
GALTON, DIFERENCIAS
INDIVIDUALES E INDIVIDUALISMO
Sir Francis Galton (1822‑1911) vivió
y escribió en el momento en que el Imperio Británico, bajo la Reina Victoria,
estaba en su cumbre ‑un momento donde la democracia moderna, el
liberalismo, el capitalismo y la industrialización estaban más avanzados en
Gran Bretaña que en Europa continental y América del Norte. Era un momento en
donde el optimismo extremo en la perfectibilidad de la sociedad y del individuo
atravesaba todos los aspectos de la vida social. Galton fue un notable
estadístico, antropólogo, geógrafo y viajero alrededor del mundo, tanto como el
fundador del estudio científico de las diferencias individuales y del campo de
la eugenesia. Este genio (Terman estimó su CI en 200) tuvo la fortuna de ser
rico e independiente a la edad de 22 años, cuando su padre, un banquero, murió
y le dejó a Galton los medios suficientes como para vivir por el resto de su
vida. En ese momento dejó la escuela de medicina y prefirió transformarse en un
caballero estudioso.
"El hombre Galton" ha quedado
registrado en su autobiografía (1908), y también está extensamente documentado
por su amigo y biógrafo Karl Pearson (1857‑1936) en cuatro volúmenes
(Pearson, 1904, 1924, 1930A, 1930B), y más recientemente por Blacker (1952). Además
de Pearson y Blaker, han aparecido revisiones de las contribuciones de Galton a
la estadística y la psicología hechas por Sir Cyril Burt (1883‑ 1971),
quien conoció a Galton de chico (Burt, 1961, 1962), Boring (1950), quien ha
fijado el trabajo de Galton dentro del marco de la historia del pensamiento
psicológico, y Cowan (1972), quien ha sostenido que las contribuciones
estadísticas de Galton estaban motivadas por su interés en sostener a la
eugenesia sobre una base científica firme. Las principales ideas de Galton
están contenidas en cuatro volúmenes distintos, Hereditary Genius
(1869), English Men of Science, their Nature and Nurture (1874), Inquiries
into Human Faculty (1883), y Natural Inheritance (1889). Para una
bibliografía de las 227 publicaciones de Galton, véase Blacker (1952). Las
ideas de Galton estuvieron mayormente influenciadas, indudablemente, por otros
pensadores del siglo XIX, pero, al mismo tiempo, sus ideas estaban, en parte,
insertadas en las fuerzas sociales, políticas y económicas predominantes que
actuaban en el siglo XIX en Gran Bretaña, y se puede rastrear, en parte, su
perspectiva de la realidad en la infraestructura social de su tiempo.
Probablemente el pensador más importante
que impactó en la perspectiva de Galton sobre las diferencias individuales fue
su medio‑primo Charles Darwin (1809‑1882). Como notó Pearson (1924)
"Galton había leído y asimilado el libro The Origin of Species de
Darwin, y en las mismas palabras de Galton ese libro había formado 'una real
crisis en mi vida' y había ahuyentado 'el tormento de mi vieja superstición
como si hubiera sido una pesadilla, y fue el primero en darme libertad de
pensamiento'" (p. 4‑5). La idea de que la evolución del hombre
ocurrió acorde a principios dóciles al entendimiento científico, sacó el
estudio del hombre y su ser fuera de un contexto sobrenatural y lo ubicó
convenientemente dentro de los procesos naturales. Galton se apropió de las
ideas de Darwin sobre variación, la herencia de rasgos físicos y la selección
natural, y las aplicó al área de los rasgos mentales. La idea de la especialización de estructuras físicas y sus
funciones pudo llevar en una suave transición a la noción de especialización de
estructuras y funciones mentales, que tuvieran valor para la supervivencia, y
fue perfectamente compatible con una economía capitalista que requería talento
especializado. La creciente división
del trabajo y la especialización de ocupaciones pueden verse como un fenómeno
social que reclamaba una explicación científica como fundamento de las
diferencias individuales. El hecho de que tales condiciones sociales tuvieran
un impacto sobre el pensamiento de Galton se ilustra por su comentario acerca
de que "Las dotes peculiares, por otra parte, proporcionan una
justificación especial para la división del trabajo, y lleva a cada hombre a
hacer lo que puede hacer mejor".[2] En la sociedad británica capitalista había grandes diferencias de grupo
o clase en la medida que las diferentes carreras y vocaciones requerían
diferentes niveles de inteligencia y entrenamiento especializado. ¿Cómo se podían explicar y justificar los
grupos ocupacionales estructurados jerárquicamente y las consiguientes
desigualdades sociales de otro modo que por el principio de las diferencias
individuales heredadas en cuanto a capacidades mentales? En realidad, el
liberalismo democrático prevaleciente, que enfatizaba la libertad para el
desarrollo individual, habría sido inconsistente con su interpretación
primariamente externalista de las diferencias individuales en la inteligencia,
dadas las marcadas diferencias de clase que caracterizaban a la Gran Bretaña
capitalista. De este modo, teóricamente toda el mundo tenía la oportunidad y la
libertad de desarrollar su potencial, y la estructura de clases existente debía
representar, por ello, las diferencias individuales de la capacidad heredada. El
individualismo liberal aún estaba firme y condicionó así la interpretación
científica de las diferencias individuales.
Dicha interpretación del individualismo
liberal como condición de la interpretación de las diferencias individuales se
vería confirmada en tanto las posturas políticas personales de Galton
reflejaban el individualismo liberal-capitalista de su tiempo. Galton era en
verdad un pensador liberal burgués, que valoraba la libertad personal y
política y exhibía esos valores en sus acciones y sus escritos. Respecto de la
economía política liberal laissez‑faire, Galton escribe en Hereditary
Genius que "La vida en general puede ser vista como una república en
la cual la mayoría de los individuos son inconscientes de que cuando están
trabajando para sí mismos también están trabajando para el bien público"
(Galton, 1907, p.195, el subrayado ha sido agregado). Su concepción del valor
moral de la evolución de cualidades innatas para la adaptación al medio es
claramente compatible con el hedonismo de Bentham, en tanto establece, como él,
que "si dejamos de insistir en las desgracias de las vidas individuales o
de un sola generación, percibiremos plenamente que el actual arriendo del mundo
progresa en una dirección que puede ser descrita, en algún sentido, como la
mayor felicidad para el mayor número (Galton, 1907, p.195, el subrayado ha
sido agregado).
A un nivel más personal, los viajes
extensos y tempranos de Galton alrededor del mundo sirvieron a la expresión de
su creencia en la libertad personal en el logro de los propios deseos, al mismo
tiempo que lo introducían en el interés por los procesos psicológicos y
sociales que impiden o promueven la libertad (estimulado por su contacto con
los pueblos africanos y su cultura). Como ha mostrado Blacker (1952, pp.72‑80),
Galton tenía un profundo compromiso ético con la libertad individual y se
oponía a la tiranía, el paternalismo y la autoridad. Tenía una sólida
convicción en la perfectibilidad del hombre y creyó que la teoría y la práctica
de la eugenesia podía contribuir significativamente a ese fin. Estas dos líneas
de pensamiento, la creencia normativa en la libertad y oportunidad para un
desarrollo completo de cada individuo y, por otro lado, el estudio científico
de las diferencias individuales o la situación existente, están estrechamente
entrelazadas en las ideas de Galton, especialmente en su programa de eugenesia,
que será examinado a continuación.
Para apreciar de una forma más general
que las ideas científicas de Galton estaban influenciadas por las condiciones
sociales y políticas predominantes en su tiempo, puede ser instructivo
considerar un poco más su pensamiento sobre la democracia y el liberalismo. En Hereditary
Genius declaró que "No puedo pensar en ninguna demanda de respeto por
parte de...un par, en cuanto al linaje, si no ha sido educado noblemente ni
tiene ningún pariente eminente" (1962, p. 126). Aquí vemos a Galton
satirizando la práctica social existente del privilegio hereditario per se. Hacia
el final del libro expone claramente su visión de la libertad y la movilidad de
clase: "La mejor forma de civilización en cuanto al mejoramiento de la
raza sería aquélla... donde la renta proviniera principalmente de fuentes
profesionales, y no tanto de la herencia; donde cada joven tenga la chance de
mostrar sus capacidades y, si fuera muy talentoso, pueda obtener educación de
primera clase e ingreso en la vida profesional" (p.415). En este pasaje
vemos a un hombre confiado en la igualdad de oportunidades, pero el standard de
la participación individual en la sociedad es siempre el mismo: la inteligencia
innata. Esta fusión de libertad individual e interpretación genética de las
diferencias individuales de capacidad conduce más tarde a Galton a ajustar su
vision de la democracia. Así, en 1873 estableció:
En cuanto al sentimiento democrático, la
aserción de la igualdad es digna de la mayor admiración en tanto que exige
igual consideración para el sentimiento de todos, en la medida en que sus
derechos son iguales ante la ley. Pero va más allá que esto al afirmar que los
hombres poseen igual valor en tanto que unidades sociales, que son igualmente
capaces de votar, y lo demás. Este sentimiento es indudablemente erróneo (1873,
p. 127).
Pasajes como el de arriba condujeron a Pearson (1924) a
concluir que: Galton era un demócrata
ardoroso, si esto significa el rechazo de cualquier privilegio de nacimiento
cuando el nacimiento no está acompañado de superioridad mental; pero era un
aristócrata, si esto implica la negación de la igualdad de todos los hombres;
en ese sentido, buscaba clasificar a la especie humana según sus aptitudes
naturales, y ha hecho todo lo posible para contener la reproducción de las
clases más bajas (p. 85, el subrayado está agregado).
Comienza a mostrarse así la paradoja del
pensamiento de Galton. Su creencia normativa en la libertad individual parece
negada cuando la enlaza con su interpretación genética de las diferencias
individuales en la capacidad mental y con su "adoración de la
capacidad" (Pearson, 1924, p. 94). Este aspecto del pensamiento de Galton
alcanzó su culminación en su utopía Kantsaywhere (véase más adelante).
Galton amaba la medición y la
cuantificación y tenía, además, aptitudes técnicas; esto último se revelaba en
el diseño de aparatos experimentales. Riegel (1972) recientemente ha trazado,
en parte, el desenvolvimiento del modelo mecánico del desarrollo humano, el
cual implica la visión de un crecimiento continuo hacia una orientación
capitalista tal como está representada en Gran Bretaña y Norteamérica. La
medición y cuantificación de las diferencias individuales puede verse en el
contexto de un reflejo de los valores capitalistas, en lo que la medición y la
cuantificación juegan un rol importante para determinar los salarios, precios,
pérdidas, ganancias, mercados, etc. Desde el momento en que es posible medir y
cuantificar los productos del hombre, es posible medir y cuantificar el hombre
mismo. Fue para este fin que Galton estableció su Laboratorio Antropométrico en
1884, en la Exposición Internacional de Salud (más tarde trasladada al South
Kensington Museum en Londres); luego, en 1904, el Laboratorio de Galton se
estableció en la Universidad de Londres. De este modo el énfasis en la
medición, la cuantificación, y la ciencia y la tecnología, íntimamente ligado
al crecimiento del capitalismo, hizo de Gran Bretaña en el siglo XIX un lugar
natural de nacimiento del estudio científico de las diferencias individuales.
Cuanto mayor es la complejidad de la
sociedad, tanto más grande fue la necesidad de especialización del talento
humano. En el siglo XIX las fuerzas de la democracia y el capitalismo en Gran
Bretaña habían creado un gran número de ocupaciones especializadas y una
extensa burocracia gubernamental para vigilar la administración del Imperio en
todas sus actividades. Especialización
y burocracia vinieron a caracterizar todos los aspectos de la vida social ‑incluyendo
negocios, gobierno, ciencia, artes, religión, etc. El capitalismo, como sistema económico, hacía saludable a Gran
Bretaña. La idea básica de producir eficientemente un sobrante de productos y
cambiarlos en el mercado abierto, nacional e internacional, redituó buenas
ganancias tanto para el sector privado como para el gobierno y permitió el
crecimiento de la ciencia, la tecnología, los mercados adicionales, la
especialización, etc. En breve, la sociedad capitalista creó diferencias
individuales, en el sentido de demandas de especialización del talento humano
que eran previamente desconocidas. Hasta ese momento, el capitalismo había
producido principalmente dos grandes clases: la burguesía y el proletariado. Sin
embargo, dentro de cada una de estas clases había un alto grado de diversidad
ocupacional. Las diferencias individuales genotípicas venían a servir
como un prerrequisito necesario para el desenvolvimiento del estado moderno
diferenciado, pero una vez que este último proceso estuvo bien afianzado, la
estructura capitalista alimentó a su vez el conjunto del talento humano,
desarrollando, alentando y promoviendo de este modo diferencias individuales fenotípicas
más grandes que las que se habían dado previamente. Las diferencias
individuales fenotípicas comenzaron a manifestarse en todos los aspectos de la
vida social. Los días del "hombre universal" quedaron atrás.
En
resumen, el individualismo democrático, liberal y capitalista condicionó el
nacimiento del estudio científico de las diferencias individuales, tal como fue
fundado por Galton, en, por lo menos, tres formas importantes. Primero, el
surgimiento del estado capitalista moderno dependió de, y nutrió, el
crecimiento de la división del trabajo y de la especialización ocupacional del
talento humano. La expansión de un racionalismo esencial a todos los sectores
de la sociedad (gobierno, ciencia, economía, arte, religión, etc.) había
producido una sociedad altamente avanzada y diferenciada que requería, para
mantener su coordinación, de una maquinaria burocrática profesional basada en
un racionalismo formal. Por primera vez en la historia del hombre las diferencias
individuales fenotípicas fluyeron abundantemente. Segundo, la medición,
cuantificación y descripción de las diferencias individuales estuvo
estrechamente asociada con la sociedad económica que dependía de, y
desarrollaba, la medición y la cuantificación de sus productos materiales. El surgimiento de una economía capitalista
fue produciendo una nueva imagen de hombre que preparó el camino para la
medición y cuantificación de características psicológicas. La ciencia y la
tecnología habían resultado altamente exitosas en el mundo material. ¿No
podrían estos principios y técnicas ser aplicados exitosamente al dominio de
los fenómenos mentales? Tercero,
habiendo observado y descripto las diferencias individuales, la interpretación
genética de Galton era requerida por la doctrina predominante del
individualismo democrático, liberal y burgués. Dada la creencia de que cada
quehacer individual verdaderamente tiene la libertad y oportunidad de colmar su
potencial, se siguió naturalmente que la estructura jerárquica de clase
existente reflejaba diferencias innatas en capacidad mental.
GALTON,
EUGENESIA Y "KANTSAYWHERE"
English e English (1958) definen la
eugenesia como "el intento de mejorar las cualidades innatas de una raza o
progenie, especialmente del hombre:... Aunque a veces se la llama ciencia, la
eugenesia es propiamente una aplicación de la ciencia de la genética." Como
se ha venido argumentando, Galton, el
fundador de la eugenesia, fue el responsable de forjar a la eugenesia como una
ideología total.
En 1883 se publicó por primera vez el
libro de Galton Inquiries into Human Faculty and its Development. Se ha
considerado (ver Boring, 1950) que estó marcó el comienzo del estudio
científico de las diferencias individuales.
Fue en este libro que Galton introdujo por primera vez el concepto de
eugenesia, donde el libro iba "a tratar varios tópicos más o menos
conectados con el cultivo de la raza, o, como lo podríamos llamar, con
cuestiones 'eugenésicas'" (Galton, 1907, p. 17). Así la descripción y la
medición de las diferencias individuales en capacidad mental, que realiza
Galton, su interpretación genética de tales diferencias, y sus contribuciones
estadísticas estaban todas basadas en la promoción del mejoramiento de la raza,
a través del fomento de la propagación de aquellos individuos que tuvieran
rasgos deseables (eugenesia positiva) y desalentando aquellos con rasgos
indeseables (eugenesia negativa). La visión de que los intereses eugenésicos de
Galton sirvieron de fundamento a sus otras contribuciones académicas ha sido
expresada por Pearson, tanto como por Cowan (1972) más recientemente. Así
Pearson (1924) ha planteado que "la herencia de los caracteres mentales y
morales en el hombre fue el concepto fundamental en la vida y obra de Galton. Lo
guió hasta sus últimas investigaciones cuantitativas sobre la herencia"
(p. 82). ¿Cuáles eran las ideas de Galton
sobre eugenesia, derivadas de su interpretación de las diferencias
individuales, y qué relación tenían con las fuerzas sociales, políticas y
económicas que actuaban en el siglo XIX en Gran Bretaña?
Como ya se ha señalado, las ideas de
Galton sobre eugenesia estuvieron influenciadas significativamente por su
lectura de The Origin of Species de Darwin, publicado por primera vez en
1859. Este libro tuvo un efecto
tremendo en la visión personal de Galton sobre la religión, ya que sintió que
se purificaba del sentimiento opresivo del pecado original y se suscribió a la
visión de que la naturaleza humana era el resultado de procesos regulares de la
naturaleza. Galton no abandonó la idea de la religión, pero sustituyó la falta
humana atribuída al pecado original y sintió que la religión debería
interesarse en el mejoramiento de la especie humana a través de una selección
inteligente. De este modo, como sostuvo Blacker (1952, pp. 81‑123), la
eugenesia de Galton encerraba tres aspectos distintos que él creía
inseparables: iba a ser una ciencia, una religión y una plataforma para la
política y el cambio social, en otras palabras: una ideología total.
Para que no haya ninguna duda de que
Galton verdaderamente abrazó la eugenesia como una religión, el siguiente
pasaje puede aclarar su posición:
El
hombre ha promovido ya mucho la evolución, en parte inconscientemente, y por
las ventajas personales, pero aún no ha alcanzado la convicción de que es su obligación
religiosa hacer eso deliberada y sistemáticamente. (Galton, 1907, p. 198,
el subrayado ha sido agregado).
El
resultado principal de estas investigaciones ha sido resaltar la significación
religiosa de la doctrina de la evolución. Esto sugiere un cambio en nuestra
actitud mental, e impone una nueva obligación moral. (Galton, 1907, p.
220, el subrayado ha sido agregado)
La
dirección de las emociones y deseos hacia el progreso de la evolución humana,
reconocida directamente como suprema y por sobre todos los objetos del deseo
egoísta, merece justamente el nombre de una religión. (Galton, 1894, p.
758, el subrayado ha sido agregado)
Concluyendo
su autobiografía, Galton señala:
Tomo la
Eugenesia muy seriamente, y considero que es necesario que sus principios
lleguen a ser uno de los motivos dominantes en una nación civilizada, del mismo
modo que si fueran uno de sus dogmas religiosos. Frecuentemente
me he expresado en este sentido. (Galton, 1908, p. 232, el subrayado ha sido
agregado)
En los pasajes anteriores está claro
que Galton ha combinado declaraciones sobre lo existente con enunciados
normativos para dar nacimiento a una ideología total; lo que "es"
(las diferencias individuales heredadas de capacidad mental) ha sido enlazado
con lo que "debe ser" (el mejoramiento de la raza).
¿Cómo se situó el programa eugenésico de
Galton en su propia época? Ya se ha mostrado que sus ideas científicas fueron
condicionadas en gran medida por las fuerzas sociales, políticas y económicas
predominantes. ¿Estas mismas fuerzas, que ayudaron a dar nacimiento a la
eugenesia, eran compatibles con su aceptación?
A fin de hacer exitoso el programa eugenésico de Galton, el público
general tenía que ser informado y educado en los méritos de esta nueva ciencia.
Durante la vida de Galton, la eugenesia como política social no fue refrendada
entusiastamente, en la medida que él había esperado. Esto se debió
probablemente en parte a la naturaleza contradictoria del programa eugenésico
de Galton con respecto al individualismo liberal predominante en su tiempo. Por
ejemplo, Galton (1907, pp. 208‑216) creía que en un futuro cercano
podrían emitirse certificados eugenésicos, y fue tan lejos que bosquejó una
forma preliminar que circuló privadamente (reproducida en Pearson, 1930A, pp.
292‑295). Creía que la gente favorecida eugenésicamente podría ser
alentada a casarse temprano y que las leyes matrimoniales y las costumbres
podrían cambiarse para ser coherentes con la totalidad de la política social de
la eugenesia. Tales ideas parecían ciertamente colocar al estado antes que al
individuo e implicaban una degradación de la libertad individual y de otras
libertades. De este modo parecería que la ciencia de la eugenesia de Galton,
que iba a servir como una nueva religión y como base para la acción social, era
en realidad una ideología total, cuya aceptación estaba fuera de lugar en la
infraestructura social vigente del liberalismo e individualismo democráticos y
además no podía ser realizada o establecida como una política social general
aceptable en la medida en que Galton había esperado.
En el último año de su vida Galton
escribió una utopía titulada Kantsaywhere, que era realmente un tratado
ideológico. Aunque fue presentada para ser publicada y fue rechazada, Pearson
(1930A, pp. 414‑424) ha reproducido algo de ella. En Kantsaywhere
el número de hijos que una pareja podía tener estaba estrictamente determinado
por el puntaje eugenésico resultante de esa unión. Personae non gratae
eran alentadas a emigrar y, si esto fallaba, debían ser materia de vigilancia. Aquellos
individuos que fueran insanos o defectuosos mentalmente debían ser segregados,
mientras que el poder del estado debía estar en manos de un corps d'élite
o casta eugenésica. Para determinar el status social de cada uno existía un
sistema de exámenes competitivos.
¿En qué medida las ideas de Galton tal
como fueron expresadas en Kantsaywhere deben ser tomadas como una
propuesta seria para un nuevo orden social? Aunque Galton había decidido
destruir el manuscrito veinticuatro días antes de su muerte, Blacker (1952)
concluye que "No obstante eso estamos justificados en pensar que las
intuiciones que Galton describió reflejaban la dirección general de su
pensamiento" (p. 122). Vemos en Kantsaywhere una doctrina
ideológica de la eugenesia que fue una distorsión vis‑a‑vis del
individualismo liberal del siglo XIX en Gran Bretaña. Aunque Galton fue un
burgués liberal y reflejó intereses humanistas en alguno de sus escritos y
pensamientos, estos aspectos del sistema de valores de Galton se transformaron
en su opuesto dialéctico cuando se yuxtapusieron a su interpretación
exclusivamente genética de las diferencias individuales y las políticas
eugenésicas vinculadas a ella.
En Kantsaywhere el sistema
político parecería ser totalitario, en él un grupo selecto de personas formaba
el senado y se ocupaba de fijar las reglas de la conducta humana sin oposición.
Este sistema de casta basado en una jerarquía genética mantiene una
extraordinaria semejanza con el estado ideal totalitario de Platón, tal como se
describe en La República, donde el individuo siempre está subordinado al
estado. El estado ideal de Platón se componía de gobernantes, guardianes y
trabajadores , estando cada clase determinada por diferencias individuales
innatas, esto es, "no nacen dos personas exactamente iguales. Hay
diferencias innatas que los fijan a diferentes ocupaciones" (The
Republic of Plato en la traducción al inglés de Cornford, 1941, p.56). Como
Popper (1950) ha argumentado, el estado ideal de Platón tenía como premisa un
colectivismo que era anti‑individualista, eso es, los derechos de los
individuos humanos debían ser subordinados a los intereses del estado, un
estado compuesto por una rígida estructura de clase que aparentemente tenía
como base diferencias individuales innatas. De este modo la ideología
eugenésica de Galton implicó una versión moderna del estado ideal totalitario
de Platón que sirvió para transformar (sin saberlo y posiblemente
inadvertidamente) su individualismo liberal burgués en su opuesto dialéctico,
el totalitariismo colectivo.
SUMARIO
Y CONCLUSION
El propósito de este artículo ha sido
trazar las influencias sociales, políticas y económicas que dieron nacimiento a
una visión normativa del individuo que, a su vez, ayudó a condicionar el
nacimiento del estudio científico de las diferencias individuales y el campo de
la eugenesia. De este modo, aunque puede haber una neta distinción lógica entre
cuestiones de valor y cuestiones de hecho, estos dos tipos de conocimiento
pueden estar íntimamente relacionados y formar una ideología que tiene su base
en la extensa infraestructura de una sociedad determinada. Aunque se ha
mostrado que ese individualismo liberal ayudó a condicionar el nacimiento del
estudio científico de las diferencias individuales y el campo conexo de la
eugenesia, las mismas condiciones sociales evitaron la aceptación de la
eugenesia como una política social. En gran medida esto último se debió a que
las visiones liberales de Galton quedaban negadas cuando se yuxtaponían con su
énfasis en la interpretación genética de las diferencias individuales en la
capacidad mental. El punto crítico, entonces, es que Galton no tomaba en cuenta
un aspecto crucial del pensamiento liberal, que se ilustra en la siguiente
sentencia, un poco larga, extraida de la autobiografía de Mill (1969):
He
considerado desde hace mucho tiempo que la tendencia prevaleciente a ver todas
las distinciones marcadas en el carácter humano como innatas, y a ignorar las
pruebas irrebatibles de que la mayor parte de esas diferencias, sea entre
individuos, razas o sexos, no solamente pueden ser sino que son naturalemente producidas
por diferencias en las circunstancias, es uno de los principales obstáculos
al tratamiento racional de las grandes cuestiones sociales, y uno de los más
mayores tropiezos para el mejoramiento humano. (p. 162, el subrayado ha sido
agregado).
Si Galton hubiera aceptado el
liberalismo in toto, entonces no habría tenido posibilidad de dar nacimiento al
campo de las diferencias individules innatas y la ideología eugenésica. Influenciado
por las fuerzas sociales, políticas y económicas prevalecientes, sintetizadas
en términos de individualismo democrático, liberal y capitalista (excepto por
el aspecto antes mencionado del pensamiento liberal), dio nacimiento a una
ideología que estuvo en desacuerdo con aquellas mismas fuerzas. Y esto, que promovió el nacimiento de la
ideología eugenésica de Galton, impidió que fuera aceptada.
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Notas:
[1] Este artículo se escribió con el apoyo parcial de
Canada Council Grant S74‑1376‑XI y University of Alberta Research
Grant 55‑32666.
[2] Extraido de Pearson, 1924, p. 385, de un artículo
escrito por Galton en 1890 titulado "Anthropometric Laboratory, Notes and
Memoirs", impreso privadamente.
Fuente:
Buss Alan R: "Galton
and the Birth of Differential Psychology and Eugenics: Social, Political and
Economic Forces", Journal of the History of the Behavioral Sciences,
12 (1976): 47-58.
Traducción:
Ana María Talak
Revisión:
Hugo Vezzetti